Todas las artes aman la sinestesia, hermosa palabra de origen griego que designa la correspondencia entre diversas percepciones. Asociando elementos procedentes de dos campos sensoriales distintos, la poesía nos enseñó a llorar amargamente, a distinguir por su color las vocales de Rimbaud y a sentir con Baudelaire qué olores, sonidos y colores se corresponden.
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